¿SE TERMINA EL HECHIZO DEL RELATO?
El cambio nunca es fácil,
pero vale la pena
Por
Alberto Asseff *
Desde el
fallecimiento del expresidente Kirchner vivimos el hechizo del relato. Tres
veces por semana, por cadena nacional, la jefa del Estado relata. Entre tres o
cuatro sarcasmos y otras tantas mordacidades – para golpear a los desvaídos
opositores -, enuncia fascinantes estadísticas, muchos números y la atrapante
ideología inclusiva. Y siempre embozando las cuestiones urticantes – en rigor,
flagelantes – como la inseguridad y la inflación.
Es evidente
que la comunidad argentina comenzó, tibiamente, a interesarse en la señora allá
por noviembre de 2010. Una mujer viuda y aparentemente vulnerable se esmeraba
por hablarles a los argentinos sin leer.
Daba la sensación de franqueza. Y que ponía empuje y esfuerzo.
Se sabe que
las estadísticas compiten con los prestidigitadores en el grado de magia. Basta
darlas parcialmente para pintar un paraíso en una realidad que, contrastantemente,
posee bolsones infernales.
Digo
‘bolsones’ no desde el punto de mira geográfico, sino que incluyo lo sectorial.
Una Justicia notoriamente subordinada y morosa es un bolsón infernal en medio
de la visión paradisíaca que propala el relato. Y así podrían señalarse una
decena de aspectos diabólicos en medio del panorama ‘celestial’ que impone el
relato. Sin ir más lejos, un país que está perdiendo la libertad de comprar y
vender sin restricciones lo que necesita o produce – tal el caso del trigo – no
parece que haya ingresado a un estadio de belleza, armonía y bienestar.
Desde
Nicolás Avellaneda para acá, el campo ha sido una fuente de riqueza y de
innovación productivo-laboral ¿Cómo explicar que a su magna Exposición anual no
concurra una sola autoridad nacional y hasta se retire la custodia de la Policía Federal ?
Algo anda mal en el paraíso y el relato nada aporta para dilucidar qué acaece.
Da la
impresión de que la
Argentina vive en dos planos disociados. El relato le habla a
sus seguidores. El otro estamento sobrevive crecientemente inquieto.
El relato no
dice claramente que la fiesta de los subsidios se ha terminado., Para anunciar
ese fin encomienda la tarea a un relator menor. Pero lo cierto es que el
congelamiento de los montos actuales es el principio del fin y es también un
factor tanto de sinceramiento como de conmoción para la precaria estabilidad de
la economía. A contramano de esta realidad, el relato continúa, deslumbrante.
La caída de
la construcción – formidable multiplicadora de la actividad y de creación de
empleo – prenuncia que la desaceleración viene en serio ¡Por lo menos algo en
serio, aunque muy lamentable para todos!
El relato
monologado es notoriamente autocrático, máxime si no hay contrarrelato. Éste
falta por dos razones: el poder es hegemónico, sobre todo en el control y
dominio de lo mediático y porque no emerge, hasta ahora, un contramensaje
creíble, coherente, distinto. A horcajadas de esta realidad, el relato no
oculta que “va por todo”, con ansias totalitarias como la propia enunciación de
la meta exterioriza. Ese “vamos por todo” tiene su consecuencia natural en la
búsqueda de la perpetuación en el poder. Es decir, un peligro inmenso para el
sistema institucional y para todos.
Lo cierto es
que la actual presidenta pudo navegar hacia el bronce, pero optó por el
ejercicio del poder total, extralimitándose en todos los planos. Sólo la
realidad le está poniendo límite a sus yerros.
Debemos
evitar la neurósis del desencanto colectivo. Un pueblo desilusionado es
conmovedor y hace crujir el escenario. Se está extinguiendo el hechizo del
relato. Pero está faltando la alternativa superadora que domestique a esta constelación de complejidades y reencauce
al país. Lo reordene.
La propuesta
para adelante debe ser tan realista como equilibrada. Debe tener la aptitud de
devolver certidumbre y tiene que prometer y cumplir que regirán las leyes,
comenzando por la desacatada Constitución.
A un período
exacerbado, plagado de tropelías, debe continuarlo un tiempo de sensatez.
Necesitamos el sentido popular, la sensibilidad popular – y obviamente nacional
– que riñen como enemigos declarados con el populismo, que es el peor de todos los engaños porque se
arropa cual si fuera un inocente amigo. Y ese tiempo que viene luego del
hechizo del relato reclama menos ideología – sobre todo atrasada y anacrónica –
y más ideas.
Ahora que
faltan recursos financieros bien vale recordar que una idea es mucho más que un
lingote de oro. Es la idea la que lo produce.
*Diputado nacional por UNIR
(Provincia de Buenos Aires)
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