PAPELONES
Por Alberto Asseff *
Se podría titular
‘gestión deplorable’, ‘mala praxis política’ o ‘más relato que buenos
resultados’. Pero sea cual fuera el encabezado de esta nota, lo cierto es que
vivimos de papelón en papelón. Para colmo cada traspié es un retroceso más de
nuestra confianza colectiva en la política y las instituciones. Esto es de suma
gravedad.
Es verdad inconcusa que sólo la buena política podrá,
sustituyendo a la mala, reenderezar al país. Por ello, si la política sigue
descendiendo varios peldaños en el subsuelo – ni siquiera logra mantenerse a
flote -, ¿cómo arreglar esta gestión deplorable si nos falla la herramienta
para hacerlo?
Es un papelón mayúsculo que el Belgrano Cargas, la línea
ferroviaria más extensa con sus 7410 km de vías, haya vuelto a manos del Estado
a pesar de años de anuncios de inversión, de cuantiosos subsidios y hasta de
resonantes acuerdos con los chinos, a través de un conocido empresario
ítaloargentino y progenitor de un renombrado dirigente. En toda esa papelonera
gestión, lo más que se logró es que los trenes puedan correr a ¡…15 km/hora!
El papelón del Belgrano Cargas agudiza el colapso de nuestras
rutas atiborradas de camiones y por supuesto de coches. Es un inenarrable e
indescriptible papelón que habiendo crecido durante casi una década a “tasas
chinas”, nuestra infraestructura vial y ferroviaria se halle en franco
deterioro, por no decir lisa y llana destrucción. Tal el caso de muchas rutas
provinciales – arterias vitales más allá de no ser troncales.
Es un papelón que no estén radarizadas nuestras fronteras,
que adolezcamos de un Plan de Viviendas Sociales, que nuestros delincuentes
jamás cumplan unas pena, que las cárceles, en vez de ser centros de
resocialización, sean universidades del delito y ahora flamantes puntos de
reclutamiento de ‘militantes’.
Es un papelón que un jefe de Policía provincial sea el
director de una banda de narcotraficantes y que no caiga ninguna cabeza
política, como para dar un ejemplo de que no existe impunidad en la Argentina.
Es un papelón que la
ANSES no pueda evitar 400 mil juicios que atestan a los
tribunales y que sea incapaz de mejorar los haberes de 5 millones de jubilados
que perciben la mínima y, paralelamente – a la vista de todos – sea el primer
prestamista del gobierno para lo que éste se sirva ordenarle y que estos
préstamos amenacen licuar los recursos previsionales.
Es un papelón que no se combata a la inflación cancerígena y
sólo se apele a ocultarla, vanamente.
Es un papelón que poseyendo derechos e intereses
trascendentales en un millón de km2 de la Antártida y en otros 3 millones de espacios
marítimos, desde 2007 en que se averió el Rompehielos Irízar, carezcamos de una
nave de esas características.
Es otro papelón que nuestro buque escuela y nave insignia de la Armada Nacional
esté embargada en Ghana y la máxima autoridad del país sólo atine a decirnos
“podrán quedarse con la
Fragata…”, en lugar de lanzar el mensaje tonificante que toda
la Argentina
esperaba: “La Fragata
volverá a casa”.
Es un papelón – que hoy nos cuesta carísimo – que no haya
existido previsión en 2005 de recomprar en la bolsa neoyorquina los bonos de la
deuda, prácticamente por centavos, neutralizando así el negocio de los llamados
fondos buitres que hoy nos acosan y desacreditan en todo el orbe.
Es un papelón que nuestra querida hermana y vecina Bolivia
pueda colocar deuda al 4,9% y a nosotros nos cueste el triple.
Es un papelón que durante 10 años el Estado haya sido
espectador impávido de la decadencia de YPF y a la hora de invertir – se
requieren us$100 mil millones – retorne a manos del propio Estado, ahora
sobrecargado de necesidades financieras.
Es un papelón que se presione a los consejeros de la Magistratura
intimidándolos porque a la mayoría no les place cómo votan respecto de la
designación de los futuros jueces. Y es un formidable papelón que se hagan
jirones de la desvaída ‘independencia de los jueces’, al punto que hoy toda la Argentina sabe – o cree
– que esa autonomía es literalmente una burlesca ficción.
Es un papelón que se hable de una nueva reforma
constitucional cuando tenemos un texto moderno que data de 1994 y que aún tiene
muchas cláusulas que son letra muerta, como la ley de coparticipación federal
de impuestos que manda dictar.
Es un papelón que una provincia incumpla un compromiso
financiero porque no tiene 242 mil dólares para pagar. Así, cada vez tendrá
menos recursos y deberá erogar más para financiarse.
Es un papelón que la otrora poderosa Argentina recibió en
2011 us$7.200 millones de inversiones extranjeras directas y un país
pequeñísimo, en relación a nuestra dimensión, como Ghana, haya receptado en el
mismo lapso us$8 mil millones.
Es un papelón que en un planeta lleno de activos financieros
ansiosos de colocarse a tasas bajísimas nosotros no tengamos un Plan Nacional
de Desarrollo para atraer inversiones y pegar un salto de progreso de modo que
en una década avancemos treinta años en todos los órdenes, comenzando por la
calidad educativa.
Es un papelón que en vez de pensar estrategias a futuro
vivamos anclados de conmemoración en conmemoración, atrapados por viejísimas
ideas. Es un papelón que permanentemente se nos inste a ‘volver’ en lugar de a
‘ir’.
En fin, es un papelón que no nos demos una alternativa
superadora de este estancamiento.
Pues entonces, ¡a proveernos de lo necesario para sepultar
los papelones y hacer las cosas en serio!
*Diputado
nacional por UNIR, provincia de Buenos Aires
www.pnc-unir.org.ar