Director - Editor
Luis E. Rodi
Utopías de Pinamar
A quince años del asesinato de Cabezas
Las reflexiones que siguen fueron publicadas oportunamente por es-te medio. Como la ineficaz justicia argentina no ha dado señales de querer hacer su trabajo en vez de tomar el camino más sencillo, las repito aquí:
* Yabrán
Hace algún tiempo tuve ocasión de asistir a una conferencia del perio-dista Miguel Bonasso. "Yabrán era un mafioso -dijo-, capaz de tropelías mayores y responsable de la mayoría de las acusaciones que le han hecho, pero estoy seguro que no tuvo que ver con el asesinato de Cabezas". Una opi-nión con mucho de racional: ¿por qué ordenaría Yabrán matar a un periodista en el mismo lugar donde veraneaba, sabiendo que se convertiría en el principal sosp-choso automáticamente? En tal caso, ¿hubiese utilizado asesinos de tanta torpeza?
Es creíble, en cambio, que alguien de su entorno -como Ríos- haya estado al tanto de ciertos movimientos: tenía probada relación con Prellezo, quien estaba deseoso de vender a Yabrán un sistema de alarmas cuya aprobación debía pasar, forzosamente, primero por los hombres de la seguridad de Yabrán. ¿Sabría Ríos que un grupo de policías locales intentaría algo contra Cabezas para congraciarse con Yabrán? Todo indica que sí. Pero... ¿conocería Ríos que ese "algo" incluiría lo sucedido?
* El motivo
Justamente en muchos medios apareció esta tesis, la del hecho contra Cabezas para caer en gracia al poderosos empresario por parte de Prellezo y su grupo. Pero a eso debe sumarse que evidentemente los policías sabían que Cabezas era parte del equipo que investigaba los robos a propiedades perpetrados por una banda mixta de policías locales y delin-cuentes foráneos (como finalmente se comprobó sucedía), motivo más que suficiente para cometer el crimen. Ahí entra a tallar la figura del indeseable "Crosty" Mattioli, entonces titular del semanario Pionero: para cualquiera que sepa que éste había sido visitado un par de meses antes del crimen por Michi y Cabezas en el marco de su investigación y co-nozca su amistosa relación con los policías asesinos -coronada con una cena semanal en casa del cagatintas- poco le costará hacerse algunas preguntas como las que me hago yo y sacar conclusiones.
* El cese de las cenas
Durante los primeros meses de investigación, la causa apuntó a los llamados "pepitos" -Margarita Di Tullio y su pareja Pedro Villegas, Juan Domingo Dominichetti, Flavio Steck y Luis Martínez Maidana, en cuya casa "apareció" (??) el revólver calibre 32 con el que los asesinos cometieron el crimen. Sin embargo, la semana posterior al crimen ya no hubo cena en lo de Crosty Mattioli: ni él ni los policías que cometieron el crimen se volvieron a juntar, como si supiesen.
* La "liebre" Gómez
Aparentemente, fue Alberto Pedro Gómez, la "liebre", quien pidió el pase de Prellezo a Mar de Ajó. Si esto fue así, resulta lógico: no se llevaban bien. Por eso el comisario de Pinamar no concurría a las "cenas de los miércoles". Hasta el momento es una incógnita el saber porqué Gómez no utilizó ese dato en su defensa. Si él implementó una zona liberada con gente que no era de su amistad, o pasaba algo ex-traño con implicados policiales de mayor jerarquía aún - que en todo caso permanecen sueltos y ajenos a la causa-, o nunca estuvo peleado con Prellezo y en realidad Gómez era un gran actor. En cualquier caso, no vendría mal que un juez inquieto y amante de la Justicia le haga algunas preguntas adicionales. Pero muchos son los que, recordando lo dicho anteriormente, piensan que el ex comi-sario es ajeno a la pandilla de Prellezo y por tanto inocente de los delitos por los cuales fue acusado.
* Las pruebas perdidas
Recién a principios de Abril de 1997 -poco después de dos meses del crimen- explotó parte de la verdad: recién allí fueron detenidos los policías que luego fueron condenados por el asesinato del infortunado trabajador de "Noticias". Hasta entonces, habían estado formando parte de la investigación. ¿Cuántas pruebas habrán desaparecido en ese tiempo precioso, cuántas volteretas habrán dado algunos elementos?