Año electoral. Muchas pujas, muchos movimientos; gente que quiere sobresalir, gente nueva que a fuerza de pesos tienen aire porque de otra forma no lo encuentran; personajes viejos de la política que empiezan aparecer nuevamente y eso sí, todos coinciden en al misma panacea: tienen la solución para sacar adelante a Pinamar.
Triste panaroma el nuestro cuando a medida que avanzan los días se observa como aumenta la capacidad de agresión entre uno y otro para ver quien se posesiona mejor generalmente en base a mentiras y promesas a la población.
Falta, es cierto, para las legislativas; pero nunca está demás ir corriendo la cortina del ventanal para ver quien pasa por la calle; puede ser que pase un vendedor de ilusiones, un trapecista, un cambalachero y hasta un delincuente.
Lo mejor es estar preparado a todo, mirar por la ventana pero no abrir la puerta a cualquiera y menos regalarle un voto porque es lindo, simpático o porque lloriquea. Hay que tomar conciencia que un voto vale por toda la comunidad y debe hacerse razonando, sin bronca, poniendo en la balanza los pro y los contra.
A nivel nacional y provincial, está todo revuelto y no se sabe hasta último momento quien va con quien, por lo tanto tener prudencia y no abalanzarse a tontas y a ciegas, es lo que correspondería.
Este Pinamar, es un pueblo que dos o tres días antes de las elecciones, se da vuelta como panqueque de acuerdo a estadísticas mentirosas que manejan los políticos. Estamos iniciando marzo, falta para votar, pero vaya pensando, escuche y saque conclusiones. El pueblo agradecido.
Triste panaroma el nuestro cuando a medida que avanzan los días se observa como aumenta la capacidad de agresión entre uno y otro para ver quien se posesiona mejor generalmente en base a mentiras y promesas a la población.
Falta, es cierto, para las legislativas; pero nunca está demás ir corriendo la cortina del ventanal para ver quien pasa por la calle; puede ser que pase un vendedor de ilusiones, un trapecista, un cambalachero y hasta un delincuente.
Lo mejor es estar preparado a todo, mirar por la ventana pero no abrir la puerta a cualquiera y menos regalarle un voto porque es lindo, simpático o porque lloriquea. Hay que tomar conciencia que un voto vale por toda la comunidad y debe hacerse razonando, sin bronca, poniendo en la balanza los pro y los contra.
A nivel nacional y provincial, está todo revuelto y no se sabe hasta último momento quien va con quien, por lo tanto tener prudencia y no abalanzarse a tontas y a ciegas, es lo que correspondería.
Este Pinamar, es un pueblo que dos o tres días antes de las elecciones, se da vuelta como panqueque de acuerdo a estadísticas mentirosas que manejan los políticos. Estamos iniciando marzo, falta para votar, pero vaya pensando, escuche y saque conclusiones. El pueblo agradecido.
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