VAPULEADOS, PERO AÚN CON VALORES
Por Alberto
Asseff *
Vivimos vapuleados, pero conservamos valores positivos. Amanecemos y
anochecemos con el vapuleo, pero sobrellevamos el azote cotidiano porque nos
robustecen los valores que seguimos
teniendo. Los millones de argentinos que trabajan, estudian, llevan a sus hijos
a la escuela, realizan tareas solidarias, se esfuerzan para ser mejores y
tantísimas otras actividades y quehaceres no son noticia. La información nos
zamarrea, sobre todo espiritualmente, contándonos sobre los 26 policías
asesinados en el año, acerca de que la trata de personas continúa al igual que
crímenes atroces, que cada vez hay más violencia social, no sólo en el fútbol y
algunos sindicatos, que casi todos los días se produce un paro en el transporte
que perjudica a miles de personas que sólo aspiran a trasladarse para trabajar,
que unos agentes policiales sin profesionalismo matan a un rehén inocente en la
persecución de los delincuentes que lo secuestraron, que con la Banda Oriental
del Uruguay no podemos concertar la profundización de un canal de navegación ni
destrabar el comercio bilateral – retrotrayéndonos a los tiempos aciagos de las
dos primeras décadas de nuestra emancipación cuando libramos la irracional
lucha de puertos entre Buenos Aires y Montevideo, que deparó lo peor, el
divorcio político con nuestra provincia oriental -, que los chicos en vez de
contraerse al estudio toman los establecimientos y hasta algunos roban
computadoras de sus rectorías, que hasta Ghana nos desafía reteniendo a la
querida Fragata Libertad y a sus 300 tripulantes, que el juez federal Martínez
de Giorgi sobreseyó a diez funcionarios, incluido el jefe de la AFIP, por los
subsidios fraudulentos otorgados por la disuelta ONCAA, pero procesó a un
changarín y a dos indigentes – notoriamente prestanombres para practicar el
dolo - y una centena más de pésimos
hechos.
La realidad es que tenemos usurpados
más de un millón y medio de km2 de nuestro mar y que ello redunda en que se
tapona nuestra expansión legítima hacia la llanura marítima o “Pampa Mojada”y
el sur helado y, además, se depreda nuestro recurso ictícola y se expolia el
hidrocarburífero. También es parte del cuadro que sólo un peso de cada cuatro
provenientes de los impuestos va a las provincias, con un federalismo extenuado
y que ya ni siquiera es agónico, pues sólo está al aguardo de su sepultura.
También es parte del escenario que en
2013 produciremos un 23% menos de trigo y que tenemos 121 frigoríficos paralizados.
Esto en el país de la carne y del trigo, justo cuando el mundo demanda
alimentos.
¡Para qué hablar de nuestros
gendarmes y prefectos! Los vemos y nos dan instantánea seguridad, pero les
rebajaron sus sueldos ¡Inconcebible!
Como si no tuviéramos nada qué hacer
ni por hacer, en Bariloche unos vándalos encapuchados intentaron derribar el
monumento al presidente Julio Argentino Roca, el mismo que impuso el matrimonio
civil, que municipalizó los cementerios, que abrió las puertas a una formidable
inmigración que le dio definitiva idiosincrasia a nuestro país y que aseguró
las tierras del Sur hasta el Beagle–
debería decir hasta el cabo de Hornos, pero el cercenamiento sufrido en 1984 me
lo impide -, incluyendo esa colosal visión estratégica de instalar con carácter
permanente el Observatorio de las Orcadas, en 1904, erigiéndonos en el primer
ocupante de la Antártida.
Vapuleados porque sobrevivimos
anclados en el pasado, precisamente tratando de demoler estatuas, perseguir a
viejos delitos, reabriendo graves heridas, cavando trincheras en lugar de
construir puentes que nos unan, enfrentando a los argentinos en la perversidad
de la añeja dialéctica amigo-enemigo que tanto nos costó y a la que le debemos
facturar que no seamos la A del BRICS
– porque si hubiéramos realizado bien nuestra labor colectiva, Brasil, Rusia,
India, China y Sudáfrica tendrían a la Argentina como parte del equipo
emergente.
Nos negamos imperdonablemente a
acordar siete Políticas de Estado y sobre todo a apostar al futuro. Estamos
atrapados en lo pretérito, aunque se promueva el voto adolescente. Veamos esto
último: los chicos van a votar a los 16 años, pero el cincuenta por cien de
ellos no va a la escuela secundaria a pesar de que por ley es obligatoria
¿Quién y dónde se van a formar? ¿Cómo obtendrán la preparación básica para
expresar su voluntad política?
El mundo está diciendo que en Buenos
Aires la primera frase que debe aprender un forastero es “¿Cómo arreglamos?”, aludiendo a que todo se acuerda por izquierda
y que la ley es aquí letra muerta o sólo aplicable a los ‘giles’. Es que
persistimos en nuestra ‘viveza’ y nuestra anomia correlativa. La ley es sólo
una declamación que jamás se cumple, salvo excepciones. Acá todo se manipula,
desde el Consejo de la Magistratura hasta los subsidios y programas de
asistencia social, pasando por la coparticipación federal de impuestos y el
acceso a las funciones pública, lejísimo de la idoneidad que manda la
Constitución.
¿Y el Plan Nacional de Desarrollo?
¿El de Viviendas Sociales? ¿El de autopistas y rehabilitación de los FF.CC.?
¿El de desconcentración demográfica? ¿El de conquista de nuestro mar? ¿El de
Seguridad? ¿El antiinflacionario? ¿El de promoción de la producción exportadora
para duplicar nuestros ingresos y así tener más recursos para distribuir con
justicia social sin necesidad de cepos y restricciones? ¿El de reforma del
Estado y de la Política? Todo – y mucho más – está relegado, fuera de la
agenda.
Sin embargo de todo esto – y lo mucho
que omitimos -, la Argentina tiene millones de ciudadanos y habitantes
portadores de intangibles y fortísimos valores positivos. Por eso el ‘milagro’
de que aún existan esperanzas y posibilidades colectivas.
El vapuleo nos hace resistentes.
Ahora se trata de que lo marginemos y vayamos hacia el futuro ¡Basta de anclaje
en el pasado! Queremos hablar de 2030 y hacer con esa perspectiva. No de 1973 o
1976 ni ninguna fecha retrógrada. La Argentina historiadora es para los
eruditos que la estudien. La Argentina trabajadora es para los 41 millones que
aspiramos al porvenir.
*Diputado nacional por UNIR, provincia de Buenos Aires
No hay comentarios:
Publicar un comentario