Llegaba de su labor de timonel de barco, después de estar afuera un mes o más, recorriendo otros países.
Lo esperábamos con ansiedad, sabiendo que algo traía para su casa, sus hijos y a la vez con un poco de incertidumbre al oírlo preguntar, "¿Como anda todo por aquí? ¿Cómo se portaron?
Nuestras travesuras en aquel tiempo era dejar para último momento las tareas y jugar lo más que podíamos, discutir por pavadas entre hermanos y no hacerle caso a mamá cuando decía ¡basta!
Así pues, mirábamos con recelo a mamá para ver que decía, pero ella se limitaba a agarrar el bolso de papá e ir sacando las cosas del mismo. Ropa, comestibles, aceite de Argentina, ticholos de Brasil, (una tabletita dulce de membrillo), y hasta una blusa paraguaya que lucí mucho tiempo.
Se sentaba en la cabecera de la mesa y ahí desgranaba sus anécdotas de viaje y de cada país, mientras nosotros esperábamos ansiosos los dulces.
¡Hermosos tiempos! Seguro que cuando estuviera mamá y papá bajo las mantas se contarían todo, pero al otro día, no había reproches, sólo disfrutar de su estadía y su sabiduría porque en breve otro viaje esperaba.
A todos los que no tenemos nuestro padre un recuerdo de corazón y a quienes lo tienen disfruten con ellos y sean complacientes.
Feliz Día a todos los papás anunciantes de Utopías y a todos en general.
Nelly Maletich
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