jueves, 11 de septiembre de 2014

Feliz Día Maestros!!!

Cuántos recuerdos trae a mi mente, el  Día del Maestro y qué distancia de aquellos docentes a los de  ahora.
Escuela N° 128 del barrio Conciliación, Montevideo; Sexto grado, nos despedíamos de la primaria; la seño Mireya  jovencita, -21 años- recién recibida, era como uno de cualquiera de sus alumnos, conocía todas las mañas, las travesuras, los que se copiaban y nada se le pasaba.
Era un poco mi compinche por el hecho que no quería tomar el vaso de leche que nos traían antes de  salir al recreo; (no preguntaban nada ni hacían diferencia, sino que a todos por igual le servían) no porque no me gustara, el caso  era que  el vaso de aluminio yo le sentía gusto a desinfectante, y no quería tomarla, entonces Mireya siempre se  lo ofrecía a otro compañero; además me esperaba en casa mi madre con ese  si, rico café con leche con pan y dulce.
Ojo con venir  a los padres con algún cuento si la maestra  nos rezongaba por cualquier circunstancia, porque  el reto además lo llevábamos en casa, “algo habrás hecho, ya le voy a preguntar a la maestra”.
Cuando  mandaba alguno a la dirección era porque  había cometido una falta  que ella no podía corregir y cuidado  con la directora,  capaz de quedarse hasta la hora que fuera, hasta que venían los padres a rescatar al desobediente. En esa época no era común el teléfono por lo que los padres al  ver que no  llegaba su hijo de la escuela, si o si concurría a ella para ver que pasaba
Recuerdo que la maestra  venía en el ómnibus que la dejaba en la avenida y de ahí unas siete cuadras a pie cargada con las carpetas hasta llegar a la escuela;  pero nunca faltó, lloviera, tronara para ella era igual siempre  venía  a dictar la clase; sólo nos quedamos  una semana sin maestra, porque se casaba, pero la vino a remplazar la directora y no volaba una mosca en el aula, porque  pese  al título era buena, salvo cuando perdía la carrera su caballo favorito. Si, tenía ese defecto, se gastaba  el sueldo en el hipódromo  y cuando perdía mejor no hablarle. En  lo que a mi respecta también tenía una ocho cuadras  para llegar a la escuela y todos los días con mis hermanos hacíamos el recorrido a la par de otros chicos vecinos.
Ese año se jubilaba la directora y entre todos hicimos una colecta y le compramos una radio porque la que tenía la había vendido  para jugar.
Luego con mis hijos teniendo esa enseñanza, puse  el empeño  en hacer los cambios que el avance de la vida, el progreso  imponía. Pero lamentablemente,  no todos los docentes, aman su  profesión y se dedican de lleno con respeto y  dedicación a enseñar.
Dirán “los tiempos han cambiado” cierto y los padres también; si el hijo trae mala nota, la culpa es del docente, si es un rebelde sin causa, la culpa es del docente; si los padres no se preocupan del hijo, este no podrá comportarse con los demás de su entorno porque nota la carencia de dedicación y amor, en  algunos casos, situación bastante corriente en esta época.
Y en los tiempos que corren quedan pocas maestras  que abrazan la profesión  y que demuestran amor  a sus alumnos porque ya se ha volcado el trabajo  hacia lo  redituable que no es malo siempre y cuando no se aparten de la esencia natural del docente: formar jóvenes para el futuro.

Un saludo a todos los Maestros en su día.
Nelly Maletich

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